Hace tiempo me enteré que en la oficina donde trabajo se encuentra una futura lactante. Esta mujer, llamémosla... "Lauren" tiene alrededor de 6 meses de embarazo y a veces de solo verle la barriga crecida y esos pechos que se adivinan de buen tamaño bajo sus ropas (oculta bien su cuerpo, por algo será), hacen que poco a poco comienzan a aflorar mis institos de vampiro blanco. Aunque claro, son controlables.
Imagen ilustrativa, imagínense así a "Lauren"
Últimamente cuando alcanzo a verle las mamellas (36C calculo) simplemente no puedo evitar pensar que quizás ya esté comenzando a producir ese sabroso néctar que adoramos, o quizás algo de rico y nutritivo calostro.
Estoy seguro que conforme pasen los meses restantes mis instintos crecerán más hasta que se vuelvan casi incontrolables para mí, y comenzaré a sentir una necesidad desesperada por apretar y mamar un buen par de "chiches" turgentes, repletas de leche si se puede. Y no imagino como estaré cuando la futura mami lleve a la oficina a su avaricioso bebé y se ponga a darle teta.
Y no es que no se me llegue a antojar ser amamantado por las suculentas mamellas de "Lauren", sino que la hembra parece no tener necesidades económicas o ser medio zorrita para pensar en un pequeño "tributo para la fuente". Aunque claro, si recordamos las enseñanzas de nuestro líder Lactferatu, toda zorra tiene su precio.