El centro neurálgico de la obsesión mamaria. Somos y existimos por el disfrute de unas buenas tetas naturales, grandes, medianas, pequeñas; con o sin leche...

miércoles, 5 de marzo de 2014

He vuelto a ser testigo...

de la grandiosidad de unos pechos repletos de leche y lo que son capaces de ofrecernos. El delicioso Maná dulce y tibio saliendo a borbotones de unos gruesos pezones color café de unas mamellas marcas en venas a punto de reventar. Una hembra que gustosamente a cambio de una "compensación" me a alimentado un buen rato y me he sentido Vampiro Blanco en todo su explendor a medida que mi boca se llenaba de leche y tragaba. Con el sabor de ésta aún en mis labios, escribo estas líneas y solo lamento no haber podido fotografiar el momento pero ha sido todo tan extasiante todo que no he podido, mis queridos hermanos VB. Lo siento.
Solo puedo deciros que podemos sentirnos orgullosos de nuestra pasión por mamar los pechos de una mujer lechosa. Es una experiencia única que no entra en cabeza masculina humana que hayan tantos que no les guste. Insensatos. Inconscientes. 

Voy a seguir relamiendome y recordando cada instante en que he tenido esos pechos a mi merced, saliendo a chorros la leche de uno mientras mamaba el otro y viceversa... Succionando con pasión cada instante y llenándose mi boca del preciado nectar. Después de tanto tiempo sin haber amamantado dos pechos tan deliciosos, estoy en shock. Delicioso shock.

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